Celsius y el salto de “marca grande” a “mega marca”
De $17 millones en 2015 a más de $1,360 millones en 2025, Celsius pasó de outsider saludable a fenómeno cultural. Con Alani Nu y Rockstar en su portafolio y una estrategia de branding global, la marca busca transformarse en un movimiento que redefine la energía del siglo XXI.
En 2005, en Boca Ratón, Florida, nació una bebida energética con un concepto diferente: energía sin culpa. Mientras Red Bull prometía “darte alas” y Monster se apropiaba de la contracultura, Celsius se posicionó como la opción “better-for-you”: menos azúcar, ingredientes funcionales y una narrativa ligada al fitness y el bienestar.
Durante una década permaneció como un actor pequeño en un mercado dominado por gigantes. En 2015 apenas facturaba $17 millones, pero supo aprovechar la ola del “wellness lifestyle” que comenzaba a arrasar en redes sociales. Diez años después, en 2025, su facturación supera los $1,360 millones. El salto no fue casual: fue el resultado de una estrategia que combinó producto, cultura y timing perfecto.




El gran diferencial de Celsius fue adelantarse a una tendencia. Mientras la mayoría de energéticas seguían cargadas de azúcar, apostó por fórmulas con extracto de té verde, cafeína natural y sin aspartamo. Ese discurso calzó a la perfección con la narrativa de bienestar que dominaba Instagram y YouTube a finales de la década de 2010.
La marca se convirtió en un accesorio aspiracional para entrenar, trabajar o socializar, apoyada en alianzas con entrenadores y microinfluencers. No vendía solo energía, vendía pertenencia a una comunidad que buscaba rendimiento sin culpa. A diferencia de Monster, que construyó identidad en torno a la rebeldía y la música, Celsius encontró su espacio en la cultura del fitness.
Celsius no inventó un nuevo mercado: reinterpretó el existente bajo un lente saludable. Esa reinterpretación fue lo que le dio relevancia cultural.
De producto único a portafolio diverso
Hasta hace poco, Celsius vivía casi exclusivamente de su bebida insignia. Pero en los últimos ocho meses la compañía se movió con agresividad: compró Alani Nu por $1,800 millones y sumó Rockstar en alianza con PepsiCo, que además elevó su participación accionaria en Celsius al 11 %.
Esto transformó a la empresa en un portafolio con audiencias diferenciadas:
- Celsius, la opción funcional y saludable.
- Alani Nu, estética vibrante y femenina, diseñada para resonar en TikTok.
- Rockstar, clásico masculino con sabores tradicionales.
El reto ahora es mayor: no basta con hacer crecer una marca, hay que gestionar una arquitectura completa, evitando la canibalización y manteniendo una identidad clara en cada segmento.
Para enfrentar esta complejidad, Celsius creó tres posiciones clave: Chief Brand Officer, Chief Creative Officer y un nuevo CMO con experiencia en PepsiCo y Mark Anthony Brands. El mensaje es claro: el branding no es un accesorio, es el motor de crecimiento.
En la industria de bebidas, la experiencia de marca pesa tanto como el sabor. Según McKinsey, el 60 % de los consumidores de energéticas elige más por afinidad cultural que por atributos funcionales. Red Bull vende adrenalina y deportes extremos; Monster vende música y contracultura. Celsius quiere vender energía con propósito, una narrativa que una lo funcional con lo aspiracional.
El riesgo está en la ejecución. Si cada marca del portafolio habla un idioma distinto, la compañía corre el peligro de diluirse. Pero si logra orquestar una narrativa coherente, Celsius puede convertirse en la alternativa cultural más fuerte frente a los líderes del sector.
Un mercado en ebullición
El mercado de energéticas en EE. UU. superó los $20,000 millones en ventas en 2024 (Grand View Research) y crece a un ritmo del 7 % anual. Red Bull y Monster mantienen más del 70 % de la cuota, pero su posicionamiento se percibe como “clásico”. Ahí está la ventana de oportunidad para Celsius: un portafolio fresco, segmentado y con el respaldo de la distribución de PepsiCo en EE. UU. y Canadá.
La compañía ya demostró que puede pasar de marca outsider a fenómeno cultural en menos de una década. Ahora debe probar que es capaz de convertir un portafolio en una plataforma global, con identidad y coherencia en todos los mercados.
La historia de Celsius es un recordatorio de que en los mercados más saturados siempre hay espacio para quien interprete al consumidor de forma distinta. Lo que empezó como una alternativa saludable en un sector dominado por gigantes, hoy es un portafolio que apuesta por branding y creatividad como motores de escala. Su desafío es demostrar que el meteórico ascenso puede convertirse en una transformación sostenible. Si lo logra, no será solo una marca de bebidas: será un movimiento cultural que redefina lo que significa energía en el siglo XXI.