Plásticos y envases en LATAM: lecciones tras el fracaso del tratado global en Ginebra

NC-5.2 en Ginebra terminó sin consenso, pero la presión sobre plásticos y envases se intensifica en LATAM. Descubre qué leyes ya impactan al sector y qué estrategias ganadoras pueden adoptar las empresas para adelantarse con circularidad, EPR y trazabilidad.

Plásticos y envases en LATAM: lecciones tras el fracaso del tratado global en Ginebra
Photo by Dustan Woodhouse / Unsplash

En agosto de 2025, el mundo esperaba un hito histórico: que en Ginebra, durante el INC-5.2, se alcanzara un tratado global y vinculante para frenar la contaminación por plásticos. Tras diez días de debates y más de 2,600 participantes, no hubo consenso.

A primera vista, podría interpretarse como un fracaso. Sin embargo, la verdadera enseñanza es otra: aunque no se logre un acuerdo global, la presión ambiental, regulatoria y social no se detiene. Al contrario, se multiplica en los ámbitos locales y empresariales.

Para la industria de alimentos, bebidas y packaging en México y América Latina, este vacío no significa pausa. Significa que el futuro del plástico se juega aquí y ahora, en las cadenas de suministro, en las legislaciones nacionales y en la capacidad de cada empresa para anticiparse.

Lo ocurrido en Ginebra no fue apatía, sino un enfrentamiento frontal entre dos bloques:

  • Coalición de Alta Ambición (Europa, islas y países proambientales): defendían limitar la producción de plásticos vírgenes y controlar aditivos peligrosos a lo largo de todo el ciclo de vida.
  • Grandes productores de hidrocarburos y plásticos: rechazaban esos topes, priorizando el reciclaje, la gestión de residuos y los compromisos voluntarios nacionales.

En el centro del debate quedaron los aditivos químicos y la dificultad de trazar su impacto en cadenas tan complejas como la alimentaria. No habrá solución única ni inmediata. Las empresas deberán aprender a operar en un escenario fragmentado, donde lo que es válido en Chile puede no serlo en México o Brasil.

Cada envase que toca un alimento forma parte del problema y de la solución. Lo que está en juego son decisiones sobre materiales, contacto con alimentos y responsabilidad sanitaria. Hoy, invertir en un envase —ya sea una botella PET o un empaque compostable— implica analizar tres dimensiones:

  • Regulatoria: lo que exige cada ley local y lo que viene en camino.
  • Reputacional: consumidores cada vez más informados que rechazan lo que consideran dañino.
  • Científica: hallazgos sobre microplásticos en tejidos humanos, incluso en el cerebro, que refuerzan la presión por cambios inmediatos.

La ausencia de un tratado refuerza el peso de los marcos nacionales y subnacionales. En América Latina ya existen cinco palancas activas que marcan el rumbo:

  • Colombia: Ley 2232, que prohíbe gradualmente plásticos de un solo uso (2024-2030).
  • Chile: Ley 21.368 limita envases desechables, fomenta el reuso y elimina poliestireno expandido en foodservice.
  • Perú: Ley 30884 restringe plásticos de un solo uso y tecnopor, empujando hacia el ecodiseño.
  • Brasil: modelo de logística reversa y fortalecimiento de la responsabilidad extendida del productor (EPR).
  • México: prohibiciones estatales desde 2020 (bolsas, vasos, cubiertos, globos, aplicadores), sin un marco federal unificado, lo que obliga a gestionar el cumplimiento estado por estado.

El INC-5.2 terminó sin acuerdo, pero no sin avances. Se consolidó la idea de un enfoque de ciclo de vida completo del plástico, que incluye diseño, producción, uso y gestión.

La falta de consenso en Ginebra no detiene la transición: la acelera en el terreno local y empresarial. Para el sector de alimentos y bebidas en América Latina, la lección es contundente: no hay que esperar al tratado global.

Las marcas que se adelanten con estándares superiores, innovación en circularidad y transparencia radical serán las que lideren. Porque el packaging ya no es solo un contenedor: es un mensaje visible de valor, responsabilidad y compromiso con el futuro.

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