Lo que No Aprendí en la Escuela de Cocina y Terminé Perfeccionando en la Cocina

Lo que No Aprendí en la Escuela de Cocina y Terminé Perfeccionando en la Cocina

Cuando estudié cocina, hablar de esferificación era casi un mito. Apenas comenzaban a circular los primeros libros sobre cocina molecular, y los videos de Ferran Adrià eran tan hipnóticos como incomprensibles para muchos de nosotros. Lo mirábamos desde lejos, entre la fascinación y la duda, como quien observa a un alquimista que convierte jugo de mango en caviar.

Pero no fue hasta años después —cuando trabajaba en la cocina de Ocean Hi, un restaurante de inspiración asiática en Clearwater, Florida— que entendí de verdad de qué se trataba. Y no por leerlo, sino por hacerlo. Por fallar, repetir, ajustar y finalmente lograr que una gota de vinagre balsámico se convirtiera en una esfera perfecta, lista para estallar en la boca como una mini explosión de sabor.


¿Qué es la esferificación y por qué cambió nuestra forma de cocinar?

La esferificación es una técnica que encapsula líquidos en una membrana gelatinosa, generando una sensación táctil y visual única. Es cocina, sí, pero también es química aplicada al paladar. El mérito de su popularización se lo debemos al legendario equipo de elBulli, que en 2003 convirtió esta técnica en un emblema de la alta cocina contemporánea.

Más allá del show visual —que siempre impacta—, lo que me enamoró de la esferificación en Ocean Hi fue su capacidad de contar una historia distinta en cada bocado. De pronto, un aceite de sésamo podía presentarse en forma de perla sobre una vieira. O un licor digestivo podía aparecer al final de una cena como una esfera que se disolvía suavemente sobre la lengua.


Los tipos de esferificación que aprendí... entre fogones y errores

En esa cocina donde cada detalle contaba, entendí que hay tres tipos principales de esferificación, y que cada uno tiene su lógica y sus secretos:

  • Esferificación directa: perfecta para líquidos sin calcio, como jugos claros. Se mezclan con alginato de sodio y se dejan caer en un baño de cloruro de calcio, donde se forma la esfera al instante. Ideal para caviares de frutas o jugos cítricos.
  • Esferificación inversa: aquí el líquido ya tiene calcio (como lácteos o zumos con alto contenido mineral), así que se sumerge en un baño de alginato. Es más estable y permite mantener un centro líquido por más tiempo. Fue clave en muchas de nuestras preparaciones con yogur o leche de coco.
  • Esferificación congelada: quizás la más exigente en términos técnicos, pero también la más precisa. El líquido se congela en moldes antes de sumergirse en alginato. Esto da esferas más uniformes y perfectas. En Ocean Hi la usábamos para presentaciones especiales de sake y ponzu.

Ingredientes, herramientas y detalles que aprendí en el camino

Nadie te enseña en la escuela lo importante que es la precisión cuando haces esferificación. Aprendí que una diferencia de 0.1 gramos cambia todo. Que la temperatura, el pH y la viscosidad influyen. Y que la limpieza y la paciencia son esenciales.

Entre lo básico que nunca falta en esta técnica:

  • Alginato de sodio
  • Cloruro de calcio
  • Baños de agua con hielo para cortar la reacción
  • Jeringas, cucharas medidoras, básculas digitales
  • Y mucha, mucha práctica

Ah, y un consejo de cocina real: si tu líquido base es ácido, ajusta el pH con bicarbonato antes de intentar esferificar. Me tomó varios intentos y un par de ollas arruinadas para entenderlo.


¿Y qué aporta realmente esta técnica?

Más allá del impacto visual (que vende, y mucho), lo que me enseñó la esferificación es que la textura también es narrativa. Una esfera puede convertir una simple vinagreta en el protagonista del plato. Puede guardar una sorpresa. Puede alinear el ritmo de una experiencia gastronómica, elevando un bocado de lo funcional a lo poético.

En Ocean Hi, muchas veces los clientes no sabían qué era esa “bolita” en su plato. Pero lo recordaban. Y volvían por eso.

Entender la esferificación me hizo replantear algo más profundo: la cocina también evoluciona con la ciencia, la gestión y la creatividad juntas. Por eso, si hoy me preguntan cómo aprender esto de forma seria, siempre recomiendo formarse con perspectiva integral. No se trata solo de saber cómo hacer esferas. Se trata de entender cuándo hacerlas, por qué hacerlas y para quién.

Cuando salí de la escuela de cocina, esta técnica apenas comenzaba. Hoy es parte del repertorio de muchos restaurantes contemporáneos. Pero lo importante no es hacer esferas por moda. Es usarlas con sentido, con concepto, con un hilo conductor.

Porque al final del día, la esferificación no es solo una técnica. Es una metáfora de lo que buscamos todos los que cocinamos: crear algo aparentemente simple que, al morderse, revele algo inolvidable.

Read more