LeBron James y Hennessy: cuando el marketing se convierte en memoria
LeBron James reinterpreta su momento más polémico junto a Hennessy. Second Decision convierte la memoria en marca y el pasado en un brindis cultural.
La escena se repite. Luces, micrófonos, una camisa de cuadros lavanda, y LeBron James frente a un entrevistador. El tono solemne. Las redes encendidas. La expectativa: ¿se retira? Pero el giro llega rápido: no es ESPN, es una colaboración con Hennessy VSOP, la casa francesa de coñac.
Quince años después del mítico programa The Decision —donde anunció que llevaría su talento a Miami—, LeBron regresa al formato que lo convirtió en un fenómeno cultural para protagonizar Second Decision, una pieza publicitaria tan precisa como nostálgica.
El video, producido por Wieden+Kennedy Amsterdam, replica hasta el más mínimo detalle de aquella noche de 2010: la escenografía, el ritmo de la entrevista y hasta la respiración previa a su “anuncio”. Solo que ahora, en lugar de cambiar de equipo, LeBron cambia de copa.
En 2010, The Decision fue más que un evento deportivo: fue una tormenta mediática. Algunos lo vieron como una muestra de ego desmedido; otros, como un acto de soberanía narrativa. LeBron fue criticado, pero también abrió un camino: el de los atletas que controlan su propia historia.
Hoy, esa historia regresa convertida en marca. Con Second Decision, Hennessy y LeBron no venden coñac: venden una redención emocional. Recuperan un momento controversial y lo transforman en una metáfora de madurez, conexión y celebración.
El mensaje es claro: lo que antes fue un acto divisivo, ahora es un brindis colectivo. Hennessy no se apropia del ícono; lo resignifica. En vez de explotar la fama, amplifica el legado. Y lo hace con una sensibilidad poco común en las colaboraciones deportivas.


La edición limitada Hennessy VSOP LeBron James no es un simple envase con firma. La botella naranja, coronada por el gesto característico del jugador —esa mano que se posa sobre su cabeza como si colocara una corona invisible—, encapsula una narrativa de poder, confianza y comunidad.
El color evoca energía y celebración; el diseño, liderazgo. La estética es un lenguaje visual que traduce la filosofía de LeBron: excelencia como hábito, no como excepción.
“Nos esforzamos en un diseño que representa la celebración y la conexión”, explicó James. La frase no es publicitaria: es coherente con su carrera. LeBron, que en 2024 se convirtió en embajador de Hennessy, ha construido su marca personal sobre tres pilares: constancia, visión colectiva y orgullo cultural.
La alianza con LeBron no es casual. Hennessy lleva años intentando rejuvenecer la categoría del coñac, alejándose del estigma del lujo estático y acercándose a la cultura urbana y global.
La campaña Never Stop. Never Settle. abrió esa puerta; Second Decision la consolida. La marca ya no habla solo de estatus, sino de conexión social, inclusión y contemporaneidad.
En esta nueva narrativa, el coñac no se bebe en silencio; se comparte. No pertenece a una élite distante, sino a una comunidad que celebra la excelencia como acto colectivo. Por eso, el cóctel emblema de la campaña —el Hennessy Sidecar— se presenta como símbolo de “celebración moderna”, una metáfora de encuentro y evolución cultural.
Más allá del impacto publicitario (1,2 millones de likes en el primer teaser y más de 200.000 interacciones en una hora), Second Decision representa algo más profundo: el fin del patrocinio unidimensional.
Ya no se trata de “una marca que usa a una celebridad”, sino de dos historias que se entrelazan. LeBron no interpreta un papel: revisita un capítulo de su vida y lo convierte en contenido. Y Hennessy, en lugar de ocupar el centro del guion, actúa como catalizador emocional.
En un mercado saturado de colaboraciones vacías, esta pieza demuestra que el marketing más poderoso es el que sabe contar una historia humana.
Hay campañas que buscan vender; otras, permanecer. Second Decision pertenece al segundo grupo. Es una obra que funciona a dos niveles: como homenaje al pasado y como manifiesto del presente.
LeBron no necesita promocionar coñac para reforzar su imagen. Pero sí puede usarlo como símbolo para cerrar un ciclo. En ese gesto —levantar una copa en lugar de una camiseta— hay un mensaje que trasciende lo comercial: la madurez también puede ser una forma de espectáculo.
Y Hennessy lo entendió. A veces, el mejor anuncio no es el que grita más fuerte, sino el que sabe volver a contar la historia que todos creíamos terminada.