El Caso Frisby: ¿Cuándo una Marca Deja de Ser Tuya?

El caso Frisby enfrenta a una icónica marca colombiana con una empresa española que registró su nombre e imagen. ¿Qué dice esto sobre la propiedad intelectual global? Descubre las lecciones clave para proteger tu marca y reflexiona sobre los vacíos éticos y legales en un mundo sin fronteras.

El Caso Frisby: ¿Cuándo una Marca Deja de Ser Tuya?

Un pollo frito. Dos empresas. Dos continentes. Y una pregunta que nos interpela a todos los que gestionamos marcas: ¿de quién es la propiedad intelectual en un mundo globalizado?

Abril de 2025. Una noticia sacude las redes en Colombia y empieza a asomarse en los portales de negocios internacionales: una empresa en España ha registrado el nombre, la imagen y hasta la mascota del icónico restaurante de pollo frito colombiano Frisby. Y no solo eso: ha comenzado a operar con una identidad visual que remite directamente a la original, generando confusión y escozor entre los seguidores de la marca.

En medio del asombro colectivo, el tema se volvió viral: ¿cómo es posible que una empresa española pueda apropiarse de una marca tan reconocida en otro país? La respuesta está en una compleja combinación de tecnicismos legales, vacíos estratégicos y dilemas éticos que hoy sirven como caso ejemplar para empresarios, creativos, gerentes y emprendedores del mundo entero.

Antes de juzgar, hay que entender.

Frisby Colombia: 47 años, una marca de país

Frisby nació en 1977, en Pereira, Colombia, como una pequeña pizzería fundada por Alfredo Hoyos Mazuera y Liliana Restrepo Arenas. Al poco tiempo, incorporaron el pollo frito como plato estrella y lo convirtieron en un símbolo nacional. Con una fórmula única, empaques reconocibles, y una mascota entrañable —el “Pollito Frisby”—, la marca logró ganarse el corazón del público colombiano.

Hoy cuentan con:

  • 270 restaurantes en 58 municipios
  • Presencia consolidada en Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena y más
  • 5.000 empleos directos
  • Programas sociales como la Fundación Frisby
  • Facturación anual cercana al billón de pesos colombianos
  • Una comunidad activa en redes sociales bajo @Frisbycol y una estrategia de contenido centrada en la cercanía, la sostenibilidad y el arraigo local

Frisby no solo vende pollo. Vende historia, nostalgia, familia, colombianidad. Pero hay un detalle clave: su presencia no se ha expandido formalmente fuera de Colombia, pese a que en 2005 registraron su marca en la Unión Europea.

Frisby España: Una Marca Clonada... ¿o Legalmente Adquirida?

En febrero de 2025, una empresa llamada Frisby España S.L., registrada en Bilbao por Jacqueline Guillemine Pérez Parcha y Gonzalo Barrenechea Correa, se constituyó con un capital de apenas 2.000 euros. Días después, comenzaron a publicar en redes sociales usando la misma imagen, el mismo tono de comunicación, el mismo nombre… y el mismo pollito.

¿El argumento? Que Frisby Colombia no había hecho uso efectivo de la marca en territorio europeo desde su registro. Y según la legislación de la Unión Europea, si una marca no se usa en cinco años consecutivos, puede ser legalmente cancelada y quedar disponible para un nuevo registro.

Así lo hicieron. Legalmente. Pero… ¿éticamente?

Marca, Ley y Moral

El caso ha abierto un debate intenso entre juristas, empresarios y consumidores. Aquí los puntos clave:

  • Registro vs. uso efectivo: en Europa, no basta registrar una marca; hay que probar que se está utilizando comercialmente. De no hacerlo, cualquiera puede reclamar su caducidad.
  • Frisby Colombia sí la registró, pero no probó uso comercial. Ese descuido los dejó expuestos.
  • Frisby España lo hizo legalmente, aprovechando ese vacío.

2. Derechos de autor

  • Aunque la marca puede perderse por falta de uso, los derechos de autor sobre elementos como la mascota o la narrativa pueden tener otro tipo de protección. Aquí la empresa colombiana puede tener una carta importante para recuperar su identidad.

3. La ética del Branding

  • ¿Es correcto apropiarse de la identidad comercial de otro país?
  • ¿Es ético aprovechar un vacío legal para capitalizar sobre el posicionamiento emocional y cultural de una marca ajena?
  • ¿Dónde está el límite entre lo legal y lo legítimo?

Frisby España, aunque actuó bajo el marco normativo, se enfrenta hoy a una tormenta reputacional, una batalla judicial y una condena moral por parte del público colombiano.

Lo Que Este Caso Nos Enseña

Este no es un caso aislado. Le puede pasar a cualquiera. Y por eso, aquí van las 5 lecciones esenciales para cualquier emprendedor, empresario o gerente de marca:

1. Tu marca no es tuya si no la proteges en todas partes

Registrar tu marca localmente ya no es suficiente. Si tienes visión internacional, registra también en territorios clave, especialmente donde hay diásporas o potenciales mercados futuros.

2. El uso es tan importante como el registro

Muchos empresarios creen que tener el papel es suficiente. No lo es. Si no hay evidencia de uso (ventas, comunicaciones, contratos), tu marca queda expuesta a perderse.

3. Protege tu storytelling

El nombre no es lo único valioso. Protege tu eslogan, tu tipografía, tu personaje, tu narrativa. Son esos activos intangibles los que crean conexión emocional. Y son los más fáciles de robar.

4. Monitorea lo que ocurre fuera de tu radar

Google Alerts, búsquedas regulares, vigilancia digital. Si tu marca aparece en otro país sin autorización, actúa pronto. Cada día de silencio es un riesgo.

5. El prestigio no se improvisa

Frisby construyó su marca con décadas de esfuerzo. Que alguien la replique no significa que pueda replicar su alma. Pero aun así, el daño se puede capitalizar si no se actúa con estrategia.


Como empresarios, emprendedores y gestores de marca, este caso no solo nos confronta con nuestros deberes legales y estratégicos, sino que también nos invita a hacernos una pregunta más profunda:

¿Por qué en pleno siglo XXI no contamos con un sistema realmente global que proteja la propiedad intelectual más allá de las fronteras?

Hoy, registrar una marca es como jugar ajedrez con múltiples tableros al mismo tiempo. Debes hacerlo país por país, región por región. Existen tratados internacionales como el Sistema de Madrid para el registro internacional de marcas (gestionado por la OMPI), que permite proteger una marca en hasta 130 países con una sola solicitud. Pero no es infalible.

  • No todos los países son miembros.
  • El uso efectivo sigue siendo un requisito para conservar la protección.
  • No cubre conflictos con marcas similares registradas localmente con anterioridad.
  • No evita que alguien con mejores recursos o mayor velocidad registre o cancele tu marca si no estás presente en el mercado.

Y mientras los tratados intentan armonizar criterios, la realidad es que la protección sigue siendo territorial, fragmentada y burocrática.

Esto genera un problema ético y estructural: una marca auténtica puede ser víctima de su propio éxito si no logra expandirse a tiempo. Un emprendedor que crea algo valioso, pero que no tiene recursos para registrar su marca en 50 países, queda expuesto a que alguien lo haga antes… y legalmente.

Entonces, la pregunta se vuelve más incómoda:
¿Protege hoy el sistema internacional de marcas a los creadores o a los oportunistas?


¿Qué se está haciendo?

  • Algunos organismos como la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual) están impulsando reformas para facilitar los procesos y reducir los costos de registro multiterritorial.
  • Se han promovido mecanismos de arbitraje internacional para resolver conflictos transfronterizos.
  • Y cada vez más países incorporan cláusulas de buena fe y respeto al prestigio ganado en otras jurisdicciones (cláusulas de notoriedad internacional).

Pero aún estamos lejos de una protección efectiva, integral y ética.

Mientras tanto, la carga sigue recayendo sobre el creador, quien debe estar preparado para pelear legal y comercialmente por lo que inventó, incluso si ya conquistó su mercado local.

Y eso debería preocuparnos. Porque más allá de la legalidad, lo que está en juego es la legitimidad.

El dilema final: ¿qué harías tú?

Este no es solo un conflicto legal. Es un espejo.

Nos obliga a pensar como dueños de marca, como consumidores y como ciudadanos del mundo.

¿Qué define la propiedad de una idea? ¿El registro? ¿El uso? ¿El sentimiento colectivo?

Y sobre todo:

¿Qué significa apropiarse de una marca que no construiste?

En un mundo donde las fronteras se diluyen y las ideas viajan más rápido que los aviones, el caso Frisby no es una rareza. Es un aviso.

¿Estamos preparados?