El arroz japonés: de símbolo nacional a producto racionado ¿Qué nos dice esta crisis?

El arroz japonés: de símbolo nacional a producto racionado ¿Qué nos dice esta crisis?
Photo by Markus Winkler / Unsplash

En Japón, el arroz no es solo alimento: es cultura, tradición, ritual y política. Es el corazón del bento, el alma del onigiriy el cimiento de las ofrendas shinto. Por eso, lo que está ocurriendo hoy con el arroz va mucho más allá de los estantes vacíos en los supermercados. Es una crisis de identidad.

Desde el verano pasado, los japoneses han visto cómo el arroz desaparece de las góndolas y cómo su precio se ha duplicado. La escasez ha sido tan significativa que el gobierno ha tenido que liberar reservas de emergencia, los supermercados han comenzado a racionar las ventas y algunos, como la cadena Aeon, han empezado a importar arroz californiano para intentar llenar el vacío. Y lo más simbólico: esta semana renunció el ministro de Agricultura.

¿Cómo llegamos hasta aquí?

Durante años, Japón ha subsidiado a sus agricultores para que reduzcan el cultivo de arroz. ¿La razón? Mantener los precios elevados y controlar la sobreproducción. Pero esa estrategia, que parecía lógica en un contexto de consumo decreciente, colapsó ante una tormenta perfecta:

  • Aumento del turismo y del consumo fuera de casa.
  • Cambio de hábitos: más arroz frente al alza de pan y fideos, encarecidos por el conflicto Rusia-Ucrania.
  • Una cosecha débil en 2023 por el calor y las plagas.
  • Un sistema de distribución fragmentado, difícil de auditar.
  • Y, como detonante, una ola de pánico por una posible catástrofe sísmica, que disparó las compras anticipadas.

Resultado: el arroz “premium” como el Koshihikari se cotiza hasta en 5,000 yenes (35 USD) por 5 kg, y el gobierno no sabe con certeza cuántas toneladas hay ni dónde están.

¿Por qué renunció el ministro?

El exministro de Agricultura, Taku Eto, cometió el peor error que puede cometer un político en tiempos de crisis: parecer desconectado del pueblo. Dijo que él nunca había tenido que comprar arroz, porque sus simpatizantes se lo regalaban. Fue la gota que colmó la paciencia de una sociedad que ve cómo su alimento más esencial se convierte en lujo. Su dimisión fue inevitable.

¿Y ahora qué?

El nuevo ministro, Shinjiro Koizumi, ha prometido reformas, incluyendo contratos voluntarios para regular mejor la oferta y levantar topes en las ventas de reserva. Pero hay más fondo que forma en esta crisis.

Expertos como Kazuhito Yamashita denuncian que la política de reducción de cultivos es un suicidio estratégico para un país que envejece, cuya población agrícola ha caído a la mitad en 20 años, con una edad promedio de 69 años.

Además, el sistema cooperativo JA, con fuerte influencia política, no pudo prever ni responder con agilidad. Apenas el 10% del arroz de reserva liberado ha llegado realmente a los consumidores.

¿Es el principio del fin para el arroz en Japón?

La respuesta es simbólica y culturalmente compleja. Algunas familias han comenzado a replantearse su relación con el arroz. Supermercados como Aeon, que venderán arroz californiano 100% Calrose por primera vez, temen que esta crisis acelere un abandono cultural del consumo de arroz.

Pero el problema real es más profundo: ¿puede Japón seguir apostando a un modelo agrícola que protege a los pequeños productores a costa de su propia seguridad alimentaria?

¿Qué lecciones nos deja esta historia?

  1. La seguridad alimentaria no se improvisa. Las decisiones políticas del pasado pueden convertirse en errores estratégicos en el futuro.
  2. La cultura también necesita gestión. Lo simbólico no sobrevive sin logística.
  3. La resiliencia requiere información. No se puede resolver lo que no se puede medir.
  4. Cuando el alimento básico falla, se resquebraja la sociedad. No es solo cuestión de mercado; es cuestión de confianza.

Mientras Japón decide cómo rediseñar su política agrícola, el arroz se convierte —irónicamente— en un lujo que puede perder su lugar en la mesa cotidiana. Y eso, para una nación que ha construido su identidad en torno a este grano, podría ser la pérdida más amarga.

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