Cuando el Marketing se Convierte en Romance

La campaña de Chocoramo y Colombina convirtió vallas en capítulos de una historia de amor que emocionó a todo un país. Un lanzamiento brillante que mostró cómo creatividad, timing y autenticidad pueden transformar un producto en cultura compartida y deseo colectivo.

Cuando el Marketing se Convierte en Romance

En un mercado saturado de mensajes publicitarios, pocas campañas logran trascender el ruido y convertirse en conversación cultural. Eso es precisamente lo que sucedió en Colombia con la inesperada “historia de amor” entre Chocoramo (Productos Ramo S.A.) y Colombina. Lo que parecía rivalidad se transformó en un coqueteo creativo que unió a dos gigantes de la cultura popular colombiana, generando expectativa, memes y, finalmente, ventas.

Lo más sorprendente: todo comenzó en las calles, con vallas que se respondían como si fueran protagonistas de una telenovela romántica. Y sin inversión en pauta digital, fueron las redes sociales las que amplificaron la historia hasta volverla viral.

La primera genialidad de esta campaña estuvo en el uso del OOH, siglas de Out of Home advertising o publicidad “fuera de casa”. Este concepto abarca todos los anuncios que vemos en espacios públicos: desde vallas en avenidas hasta carteles en buses o pantallas digitales en aeropuertos. Son formatos pensados para captar la atención de las personas en movimiento, fuera del hogar.

Lo innovador de la campaña fue que las vallas no fueron simples carteles unidireccionales: se convirtieron en capítulos de una historia. Mensajes como “Alguien que le diga al de al lado que me encanta” (Colombina) y la respuesta “Perdón… ¿me hablas a mí?” (Ramo) atraparon al público con humor y picardía.

En un contexto urbano lleno de ruido visual, lograron que la gente se detuviera, sonriera y compartiera. No era solo OOH: era storytelling urbano, una narrativa que convertía la ciudad en escenario y a los peatones en espectadores.

Pero el verdadero poder de la campaña vino después: las redes sociales. La conversación se trasladó espontáneamente a Twitter, Instagram y TikTok. Los usuarios hicieron memes, comentarios y hasta teorías sobre el romance. Incluso, ejecutivos de las marcas se sumaron al juego, amplificando la historia como si fueran personajes secundarios.

Aquí aparece otro término clave: viralidad genuina. A diferencia de las campañas impulsadas con grandes presupuestos en pauta digital, esta se expandió de manera orgánica. La gente no fue espectadora pasiva: se convirtió en coautora de la narrativa, lo que generó un engagement mucho más fuerte.

Otro concepto fundamental que la campaña ejecutó con maestría es la anticipación de consumo. Se generó deseo incluso antes de revelar el producto final. Durante semanas, la audiencia especulaba si todo era un coqueteo simbólico o si se trataba de un lanzamiento conjunto.

Cuando finalmente se anunció la colaboración —el helado de litro y el cono de Chocoramo + Colombina—, la expectativa ya estaba asegurada. El público no solo quería probarlo: sentía que había participado en su gestación.

En marketing, esto se llama “pre-lanzamiento” o teaser strategy: despertar curiosidad y conversación antes de que el producto exista en el mercado.

Este romance publicitario trasciende lo anecdótico. Viéndolo desde fuera, puedo decir que me emocionó: es de esos casos que te recuerdan por qué amamos el marketing. Porque demuestra que hacer las cosas bien hoy no significa tener el presupuesto más grande, sino tener creatividad, timing cultural y valentía para romper esquemas.

El caso Chocoramo + Colombina es casi una clase magistral: tomó un soporte tradicional como el OOH y lo convirtió en una historia; entendió el lenguaje del consumidor y lo invitó a jugar; y, lo más importante, logró que la gente esperara con ansias el próximo “capítulo”. En un mundo donde la mayoría de anuncios son ignorados, esta campaña se transformó en cultura compartida.

El mejor lanzamiento no empieza el día en que el producto llega al mercado. Empieza mucho antes, cuando logras que la gente lo imagine, lo desee y lo haga suyo. Chocoramo y Colombina nos recordaron que las marcas también pueden enamorarse, y que cuando lo hacen con autenticidad, conquistan mucho más que ventas: conquistan corazones y cultura.

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